Descripción
Cuando el museo cierra sus puertas comienza la hora favorita de los esqueletos. Van de un lado para otro, moviéndose un poco con el fin de reforzar las articulaciones, o mirando fijo a cuanto bicho encuentran por el camino para chuparle la energía. Este poder y otros les vienen a Madre y a Hijo por herencia, al ser descendientes del Gran Brujo Huesudillo, famoso en su tribu por hipnotizar a quienes lo observaban hasta hacerlos desaparecer. Huesudillo se alimentaba de la energía de esas ánimas y así conservaba una existencia eterna.
Para mantener su porte, Madre e Hijo salen de caza por las noches. Buscan cucarachas, polillas y otros insectos que paseen las galerías del museo. El problema, según Madresqueleto, es que Hijo no absorbía la energía suficiente. Se lo atribuían, quizás, a una descalcificación que tuvo de pequeño, y por eso siempre le da los mejores ejemplares que encuentra, guardando la esperanza de que algún día llegara a ser un esqueleto bien armado…