Descripción
Ese año, los magos nuevos eran cuatro, y Cuatro que darían que hablar, según se decía. No era casualidad. En Alera, nadie creía en las casualidades. Por eso todos estaban tan preocupados en la aldea: la crisis tenía que ser grande para que los Otros y el Bosque eligieran como magos a todos y cada uno de los hijos de los perdidos: Emelda, Lunte, Zana y Damla, una magárbol.’